El desastre de Rodrigo Ares de Parga en Pumas
Otro semestre más para el olvido.

El entorno es triste, la prensa ventila problemas internos, el presidente del equipo se encuentra en el ojo del huracán, el rendimiento en la cancha es paupérrimo, chismes y rumores envuelven a los jugadores; ¿Y la afición? Enojada, frustrada y avergonzada. Pumas es un desastre.

Cuando era niño y comencé a seguir más de cerca al equipo de mis amores, nunca imaginé que un día la situación sería tan nefasta como ahora; crecí con el concepto en mente de jugar con garra y espíritu, de consolidar jóvenes canteranos, de jugar siempre con los valores de la universidad en alto, aún sin importar el resultado; tristemente, hoy puedo decir que Pumas no se parece en nada al equipo del que me enamoré.

Los campeonatos quedan de lado cuando puedes identificarte con tu equipo; el hincha sincero, el aficionado de cuna; primero pide un estilo, una manera de jugar, una manera leal de pelear el resultado, como uno mismo pelea la vida cada día.

El Club Universidad se encuentra extraviado y sin rumbo; no hay ninguna razón lógica para pensar que pueda ocurrir un cambio real y duradero en el club. Lo único que le queda al aficionado universitario es esperar. Esperar que las cosas mejoren, porque una vez que tocas fondo, lo único que puede pasar es volver a subir; o vivir en una mediocridad infinita.

Pero mientras los involucrados se decidan a hacer las cosas diferentes; le pido a directivos, cuerpo técnico, jugadores, y hasta a los utileros; que dejen de pisotear el nombre del equipo, dejen de jugar con una afición ya lastimada, asuman la responsabilidad que les toca; porque hoy, el desastre son ustedes, no nosotros.

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